Me lo han quitado todo
las plumas
los lápices
la tinta
por que ellos no quieren
que yo escriba
y me han hundido
en esta celda de castigo
pero ni así ahogaran mi rebeldía.
Me lo han quitado todo
-bueno, casi todo-
porque me queda la sonrisa
el orgullo de sentirme un hombre libre
y en el alma un jardín
de eternas florecitas.
Me lo han quitado todo
las plumas
los lápices
pero me queda la tinta de la vida
-mi propia sangre-
y con ella escribo versos todavía.
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